“Piratas del Delta”: la falta de repuestos disparó el robo de lanchas y motores

Una recorrida de Clarín confirmó la tendencia. Los lugareños reclaman medidas de prevención y mayor presencia de Prefectura. Apuntan a familias vecinas.

Atada por delante y por detrás, la lancha de un lugareño descansa en el Delta. Foto: Marcelo Carroll

Cada país tiene su modalidad. Los más sofisticados son de Somalía. En ese país de África los ladrones solían secuestrar capitanes de buques internacionales. En la actualidad apuntan a pequeñas embarcaciones que transportan cargamentos de cocaína. Los robos a mano armada, en cambio, son más comunes en la región. Hay casos en Perú, Brasil y Paraguay. Las víctimas pueden ser pasajeros de un crucero, o barcos repletos de tanques de combustible e incluso astilleros.

En Buenos Aires, a la altura de Tigre y San Fernando, los “piratas” no utilizan la violencia, ni las armas. Al menos por ahora. Sus víctimas suelen ser los vecinos del Delta, dueños de lanchas, botes, canoas o cualquier embarcación que tenga motor. “Esto ya es lo mismo que en la tierra”, dice un vecino de la isla, que invita a Clarín a una recorrida por distintos arroyos de la primera sección. Y aclara una gran diferencia: “Pero en la calle es muy probable que si te roban haya un patrullero a menos de cinco cuadras. Acá la lancha de Prefectura puede estar a media hora de distancia”.

Un investigador judicial que recibe varias denuncias por mes explica las dos modalidades conocidas. Los “piratas” salen de madrugada. De a dos o a tres. Por lo general se mueven en canoas. Navegan hasta que se deciden por una de las embarcaciones que descansan sobre el muelle. Siempre en silencio, se acercan y cortan la amarra.

Algunos vecinos tienen la chance de construir una plataforma para elevar las embarcaciones: es más seguro y es mejor para el mantenimiento. Foto: Marcelo Carroll

El próximo paso consiste en atar la embarcación robada con un cabo de amarre y hacer fuerza para moverla sin ponerla en contacto. A los cien o doscientos metros, cuando se sientan alejados de la casa del dueño de la lancha, analizan dos opciones: le quitan el motor o la encienden y escapan.

Aunque el botín será el mismo. Los motores cotizan en dólares y pueden costar entre mil y 50 mil (de 40 caballos de fuerza, 6 mil; de 60, 10 mil; de 90, 15 mil). Se lo quitarán, sacarán lo que les sirva del resto de la embarcación (batería, tanque de nafta, salvavidas, bengalas, estéreo, etc) y dejarán el casco abandonado. Incluso hubo casos en los que fueron incendiados.

“Uno de los problemas es que los motores tienen la identificación en una sola parte. Es una chapita. Pueden desarmarlo y venderlo por partes. Y el otro punto es que el Estado no tiene presencia en la isla. La primera sección tiene dos destacamentos de Prefectura, para un territorio que tranquilamente podría ser del tamaño de media ciudad de Buenos Aires”, cuenta el investigador.

Los lugareños reclaman mayor presencia de Prefectura, aunque reconocen que en las aguas es más complejo el patrullaje que las calles. Foto: Marcelo Carroll

Durante la recorrida, Clarín encontró dos lanchas de Prefectura. Fue un sábado a la mañana. Las estadísticas oficiales brindadas por la Fuerza hablan de 24 denuncias de robo de embarcaciones, 13 de motores y 4 de accesorios. Son de 2021. En los primeros siete meses del año afirman que llevan 12 robos de embarcaciones.

​”Hay gente que no denuncia por miedo. Vos denunciás y seguís viviendo en el mismo lugar. Y los ladrones son familias que viven entre nosotros. ¿Quién te cuida? Si no van presos. Hay casos de gente que denunció y sus viviendas fueron incendiadas…”, dice Cynthia Blanco, vecina y directora de un sitio web.

Los robos cambiaron la lógica del Delta. La inseguridad modificó una parte de la vida en la isla. Que ya se parece a cualquier barrio de la ciudad o del conurbano. Al menos desde las medidas para combatir los ataques. Ahora hay cámaras, luces, cadenas que hacen de amarre (y que se cortan), rastreadores satelitales en embarcaciones y motores, grupos de Whatsapp donde los vecinos comentan si ven una canoa en actitud sospechosa y de Facebook, en los que piden ayuda para encontrar las embarcaciones robadas. Incluso hay casos en los que se ofrecen recompensas por información sobre los ladrones.

Los motores son los principales objetivos de los ladrones. Los venden completos o los desarman y comercializan las piezas. Foto: Marcelo Carroll

“El mercado creció mucho en los últimos años. Antes había stock de repuestos. Hoy te toca esperar. Y lo poco que entra al país es a precio dólar”, explica Damián, de Kulhavi y Asociados, productores de seguros especialistas en náutica. Asegura que en los últimos meses están asegurando contra robos entre 40 y 50 embarcaciones por mes. “Como no hay repuestos, roban los motores y los venden por partes en redes sociales. Esto creció mucho desde el Covid”. Aunque también existirían los “desarmaderos”. El año pasado un fiscal ordenó un allanamiento en un taller de Quilmes.

Cynthia administra el grupo de Facebook “Noticias isleñas”. Dice que todas las semanas se entera de al menos un robo de motores en base a publicaciones. Tiene una lancha con motor Suzuki, y cuenta que hace un tiempo necesitaba cambiar un repuesto. Fue a los dos representantes de Suzuki en el país y le dijeron que no lo tenían. No le quedó otra que viajar a Santa Fe y encargar que se lo hagan a medida. No consiguió el original.

“Son rateros. Los conocemos todos. Nos enteramos hasta de robos a botes, a lo pirata. Subieron y asaltaron a varios matrimonios que estaban navegando”, cuenta. Y sigue, sobre las medidas de seguridad: “Muchos vecinos pusimos cámaras, pero no tienen la misma definición que las del COT (Centro de Operaciones de Tigre). Pedimos esas, un destacamento más y que instalen cámaras en lugares estratégicos, por donde sí o sí deben pasar los ladrones cuando escapan”.
Cadenas cada vez más fuertes para amarrar las embarcaciones. También colocan cámaras y otros elementos de seguridad para prevenir. Foto: Marcelo Carroll
Cadenas cada vez más fuertes para amarrar las embarcaciones. También colocan cámaras y otros elementos de seguridad para prevenir. Foto: Marcelo Carroll

Los vecinos consultados por Clarín hablan de 3 ó 4 grupos familiares señalados como sospechosos de los robos. La mayoría son históricos. Juan Carlos denuncia el robo de 2 lanchas y cuatro motores en sus más de 20 años en la isla. “Es gente que usurpa terrenos, que entra a las casas cuando los dueños no están, que roba hasta materiales de las casas en obra. Por ahí tienen tres o cuatro lanchas que no concuerdan con la casa en la que viven…”, dice.

Y cierra, resignado: “El que me robó el año pasado pasa todos los días por la puerta de mi casa y me saluda”.

Nahuel Gallotta

clarin.com

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