Hoy habrá otra noche fría llena de pesadillas. Juventudes arrasadas por una problemática que carece de contención. Hace muchos años que el paco consume a nuestros pibes, y Ariel Gonzáles no solo la pasó, sino que pudo combatirlo. Desde Villa Itatí supo darle pelea, como todo guerrero que se arma con un escudo y una espada para luchar, escribió poemas y relatos que le han permitido publicar dos libros: “Yo soy Ariel 1″ y “Yo soy Ariel 2”. Allí cuenta en primera persona cómo vivió y superó aquel proceso.
Con 36 años, hace más de una década que Ariel escapó del paco. Al hablar de su infancia, recuerda: “Durante mi niñez no me daba cuenta de que era pobre porque era muy chico. El infierno llegó cuando tenía 14 años y conocí el paco, quien me robó toda la adolescencia. Mi mejor recuerdo es armar mis barriletes, jugar a la bolita y a la pelota”.
“Antes del paco, consumí cocaína y andaba con gente que robaba. Eso me encantaba. Hoy pienso que fue una estupidez. No me daba cuenta. Trabajaba para el diablo. Era muy chico y para no sufrir te metes en cualquier lado. No es culpa de nosotros que nos armen un camino que vamos a seguir. Cuando conocí esta droga estaba sin dormir ocho días, bajaba de peso, perdía lo material, y todo sucedía muy rápido. No había límites. Cuando uno fuma paco se muere”.
Ariel recuerda cómo lo dejó: “Cuando me puse a escribir, logré soltar la mano que me aprisionaba. Ahí me di cuenta de que esto era un problema. Me paraba frente a los pibes que fumaban y veía que cargaban la pipa, tiraban el humo y eso era mi tratamiento. Llegaba a casa y me ponía a escribir. Hoy me deja caminar. Muchos pibes me preguntan si tengo abstinencia y les digo que no, que el paco me tiene miedo”.
Él reafirma que la literatura puede cambiar la vida de la gente: “Mi historia puede salvar vidas, porque un pibe puede leer mi libro para aprender del tema. Si una persona está estudiando la adicción y compra 5 libros aprende un montón, pero hay un pibe que se llama Ariel que escribió libros sobre esto. Lo que intento decir es que no es mi libro, es el de todos y todas”.