El secretario de gremial de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) explicó cómo se gestó el proceso de acercamiento de las dos CTA y subrayó la importancia de una amplia convergencia para enfrentar a Milei. «La clase trabajadora debe volver a tener protagonismo en las decisiones políticas», dijo
“En estos tiempos de agresión a los sectores populares, la unidad tiene un valor estratégico”. Así lo enfatizó el secretario gremial de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Oscar De Isasi, uno de los referentes que viene tejiendo la reunificación de las dos centrales sindicales en las que se dividió la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), aquel emblemático nucleamiento que surgió en los 90 como una respuesta novedosa a la crisis de representación del movimiento obrero.
La CTA Autónoma, que conduce Hugo Godoy, y la CTA de las y los Trabajadores, que dirige Hugo Yasky, sellaron a fines de septiembre un compromiso de unidad en la acción, que se viene expresando en distintas movilizaciones y reuniones, y que tiene como horizonte un camino de reunificación. Parte de ese proceso es el encuentro de la militancia que se llevará a cabo el sábado 9 de noviembre en la emblemática ciudad de Villa Constitución.
El secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), Rodolfo Aguiar.
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Fue en la provincia de Buenos Aires donde ese camino comenzó a transitarse, a través de plenarios conjuntos entre las centrales que en ese distrito conducen De Isasi (CTA-A) y Roberto Baradel (CTA-T). “La unidad en la acción se empezó a forjar cuando tuvimos que enfrentar la entonces gobernadora María Eugenia Vidal, que hizo un desastre en la provincia, y en ese camino fuimos aprendiendo a procesar las diferencias de tal manera que nos hicieran el menor daño posible”, recordó De Isasi durante una entrevista con el programa radial La Banda Cambiaria. Esa experiencia, relató, “puso un piso para que este año se anunciara el proceso de unidad que alentamos que se dé en todo el territorio nacional”.
El espíritu innovador que alentó la creación de CTA hace más de 30 años sustenta esta estrategia. “Su creación fue una respuesta política y organizativa a la nueva realidad de la Argentina de los 90, cuando cambió la matriz productiva y empezó a aparecer la pobreza y la desocupación estructural, fue la primera central en el mundo que asumió como trabajadores y trabajadoras a aquellos que viven de su trabajo, a aquellos que vivieron de su trabajo y se jubilaron y a aquellos que quieren vivir de su trabajo que a pesar a pesar de que el modelo económico les negaba esa posibilidad”, recordó.
Esa realidad, describió, “hoy no cambió”, aunque se sumaron desafíos relacionados con la tecnología. “La desocupación, la precarización y la pobreza no son un fenómeno no querido del modelo económico sino una condición necesaria para llevarlo adelante”, disciplinando y bajándoles los ingresos a los trabajadores. “Si no se resuelven estos condicionantes estructurales, difícilmente se va a resolver el más mezquino planteo sectorial”, agregó. Por eso, consideró que “la CTA está absolutamente vigente en su modelo sindical y su planteo político pero debe abrir los brazos y el corazón a todas las organizaciones que tengan esta visión y estén dispuestas a transitar el camino de terminar con esta etapa negra de la Argentina”.
La etapa negra es la que actualmente atraviesan los trabajadores en el marco de la política económica del gobierno nacional. “Milei plantea volver a la colonia, el ajuste, la entrega y el saqueo, y nosotros tenemos que poner de pie una propuesta que tenga que ver con la soberanía, el trabajo digno y la producción, con profundizar la democracia y la justicia”, subrayó De Isasi.
En ese marco, considera que la “unidad amplia” de las organizaciones sindicales y sociales adquiere “un valor estratégico” para enfrentar la “ingeniería de la división” que lelvan adelante “los que se adueñaron de las riquezas de la Argentina y su representación política”.
“El gobierno de Milei y los sectores que representa saben perfectamente que cuando hay ajuste en la Argentina nuestro pueblo pelea, y por eso quieren que esas peleas se den fragmentadas, de tal manera que se debiliten y sean derrotadas, generando una desesperanza que provoca que, al menos por un tiempo, se deja de pelear por vivir mejor y se empieza a pelear por sobrevivir”, señaló.
Por eso, consideró que unirse no solo es necesario “para pelear contra lo que no queremos sino también para ir por las cosas que queremos”. Y eso significa “poner de pie un programa de salida a esta crisis”.
En ese punto, aclaró que “hay varios niveles de unidad, uno es en la resistencia, para evitar que nos hagan el mayor daño posible mientras le dura al gobierno el consenso electoral, pero también hay un nivel de unidad programática para plantear las cosas que queremos, y otro de unidad política para construir una alternativa de salida a esta crisis”.
Y ahí aparece la referencia a la fallida experiencia nacional del Frente de Todos y que expresa un déficit estructural en las opciones políticas del movimiento nacional y popular. “En Argentina hace mucho tiempo que están ausentes dos datos políticos que hicieron posible la felicidad de nuestro pueblo: la experiencia de cogobierno de la clase trabajadora organizada que se dio durante el primer y segundo gobierno de Perón, el período de más justa distribución en la Argentina; y la fe en el pueblo movilizado”, describió. Y concluyó que “hay que devolverle a la Argentina el protagonismo de la clase trabajadora organizada en las decisiones políticas”.
“Hay cierto pseudoprogresismo que nos felicita por la resistencia pero a la hora de decidir, llega con su vara estética y nos dice: ahora nos toca decidir a nosotros”, se quejó. Y llamó a “romper con eso, no por una cuestión de falso orgullo, sino porque está probado en la Argentina que cuando los trabajadores tenemos incidencia en el gobierno podemos recuperar capacidades para vivir mejor”. En esta misma lógica, “muchos de esos actores que llegan al gobierno por la movilización popular después quieren subordinarla a la gestión de Estado”. Un error, advirtió, porque así “sólo terminan construyendo su propia debilidad”.
Estas prácticas, subrayó, no fueron ajenas a la mala experiencia de la administración de Alberto Fernández. “Hay quienes se enojan con la gente que votó a Milei en lugar de analizar por qué fracasó el gobierno nacional y por qué la gente nos castigó votando a una abominable expresión de derecha”, dijo. Y concluyó: “Lo peor que podemos hacer es transformar esa decisión en un reproche, en lugar de tomarlo como una oportunidad para organizar y construira otra cosa, una herramienta que nos permita volver al país de pleno empleo, en el que el trabajo era el ordenador de nuestra vida”.