En pleno ataque a universidades, un equipo de la UBA salió campeón latinoamericano en el Mundial de Programación

La oleada de ataques del gobierno a las universidades públicas por el ‘adoctrinamiento’ que fomentan en sus aulas y por una falta de auditorías que no es tal no detuvo los premios, reconocimientos y logros que tienen su germen en esas mismas aulas. Mientras se prepara una marcha en defensa de la educación pública que se espera masiva, se conoció que un equipo de estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) se consagró como campeón latinoamericano en lo que se conoce como el Mundial de Programación.

Fue en un escenario tan deslumbrante como Luxor, en Egipto. Allí se llevó a cabo la 47 edición de la Competencia Internacional de Programación (ICPC), donde el equipo conformado por los estudiantes Lautaro Lasorsa, Carlos Soto e Ivo Pajor obtuvo el 13er lugar en general, y el primero a nivel latinoamericano. Con esa ubicación superó a algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, como Cambridge y MIT.

En paralelo se realizó la edición 46 del certamen, donde tuvo un gran desempeño otro equipo de Exactas, integrado por estudiantes de Computación.

“A pesar de los recortes presupuestarios y las dificultades que atraviesa en estos días la universidad pública, nuevamente dos equipos de Exactas-UBA logran resultados de calidad y jerarquía internacional. También es de destacar la participación de los equipos de las otras universidades públicas argentinas (la Universidad de Rosario, FAMAF-Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Tecnológica Nacional), lo que pone de manifiesto el nivel de desarrollo que tiene este tipo de competencias en nuestro país”, resaltó el Departamento de Comunicación (DC) de Exactas.

El DC participa desde hace 26 años de esta competencia internacional de programación para estudiantes universitarios. Es organizada anualmente por la Universidad de Baylor (Estados Unidos) y auspiciada por JetBrains y Huawei. Participan más de 120 equipos de instituciones de todo el mundo, después de superar varias instancias eliminatorias.

La competencia dura cinco horas y exige resolver cierta cantidad de problemas, que luego se deben programar. Gana el equipo que resuelve más problemas en el tiempo asignado; en caso de haber desempate se dirime por la velocidad. Además de promover la creatividad y el trabajo en equipo para el desarrollo de programas, se pone a prueba la capacidad de resolver bajo presión.

“En la competencia se deben crear programas que encuentren la respuesta a un problema matemático/computacional que suele modelar algún sistema de la vida real –cuenta Carlos Soto, uno de los estudiantes de Exactas- Un ejemplo básico es cuando se tiene un sistema de postes de luz y se quiere conectar todos a la red con el menor costo de cable posible. El algoritmo que lo resuelve es conocido y se llama kruskal. En general, los problemas que resolvemos consisten en componer varios de estos algoritmos conocidos o inventar nuestros propios. También una de las cosas más importantes es mantener la eficiencia de los programas, ya que si no corren en el tiempo predeterminado, no dan puntos”.

El equipo que integra con sus amigos Lautaro Lasorsa e Ivo Pajor, bautizado “una ma y no hinchamo más”, estuvo a sólo a 15 minutos de penalización de obtener una nueva medalla para el DC, tras aquel logro histórico en 2002. El grupo que se quedó con esa medalla que casi llega a la Argentina fue de la Universidad de Varsovia, participante emblemático de estas competencias.

Mi primer contacto con la programación competitiva fue por un curso de la Universidad de La Matanza, cerca de donde vivo, orientado a alumnos de secundaria para que participen en la Olimpíada Informática Argentina”, cuenta a Tiempo desde Luxor Lautaro Lasorsa.

A partir de ese impulso que le dio la universidad pública cuando estaba en la escuela secundaria participó en un primer certamen nacional, luego en 2017 fue a la Olimpíada Informática Internacional y en 2018 comenzó a practicar con sus actuales compañeros de equipo. “Antes de conocerlos ya había decidido que quería estudiar en la UBA porque ofrecía la carrera de Matemática, que no estaba en otros lados. Después abrieron Ciencias de Datos y me pasé. Desde 2019 tenemos una trayectoria en común los tres y empezamos a competir juntos”.

Ivo Pajor es de Resistencia, Chaco. Hijo de un arquitecto y una profesora de inglés, se entrenó a fuerza de participar en olimpíadas de matemáticas durante la escuela secundaria. Después comenzó a competir en informática. “Nos hicimos amigos con Charles (Carlos Soto) y surgió la idea de hacer un grupo en la universidad. Practicamos un montón para matemáticas y descubrimos que existe un grupo en Resistencia y empezamos a entrenar para olimpiadas de informática. Después lo conocimos a Lautaro y empezamos a entrenar con Agus y Nico (Gutiérrez y Álvarez, entrenadores para estos certámenes en Exactas)”.

En el caso de Carlos Soto, toda su trayectoria pre universitaria fue en la provincia de Corrientes, con entrenamientos en Chaco y Buenos Aires para las olimpíadas. No es el primer universitario en su familia: su papá se recibió de abogado hace poco.

FUENTE: Tiempo Argentino

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