La inauguración de las sesiones legislativas no dejó más que perlas y detalles amargos

Javier Milei durante el inicio de las sesiones legislativas.

Javier Milei llegó cerca de las 21 horas al Congreso para la apertura de las sesiones ordinarias, luego de un breve paso por la Casa Rosada. Desde un lugar a otro, la Avenida de Mayo estuvo fuertemente custodiada por gendarmes cada cinco metros mientras avanzaba la camioneta negra rodeada de un fuerte operativo de seguridad.

En el Congreso, el presidente fue recibido por la vicepresidente (las comunicaciones oficiales marcaron la “e” del masculino) Victoria Villarruel, vestida con tallieur rosa al igual que Patricia Bullrich. Hubo un abrazo largo y un susurro de palabras. Milei llevaba la banda presidencial, estaba levemente turbado y parecía sostenerse en la mirada de su entorno más cercano, encabezado por su hermana Karina.

Allí también abrazó largamente al diputado José Luis Espert y fue saludado por otros diputados y diputadas. Una de ellas le entregó una pequeña cadena y una bolsita. El presidente no supo qué hacer y Karina atajó el regalo. De la novia del presidente, Fátima Florez, ni noticias.

Una vez en el recinto, el presidente saludó a Nicolás Posse y a Sandra Pettovello, entre otros. Tras subir al estrado, donde el personal de protocolo había colocado un banquito disimuladamente para que el presidente pareciera más alto, se escucharon un par de veces “Viva la libertad carajo”. Fue la misma frase que estampó con una lapicera luego de una firma ilegible en el Libro de Honor del Congreso, que se exhibe sólo al inicio de las sesiones legislativas (escribió esa misma frase cuando recibió la banda presidencial en diciembre del año pasado).

Se escucharon aplausos cuando atacó a los políticos ricos, “muchos de ustedes”, mientras la cámara de la transmisión oficial enfocaba a los jueces de la Corte que permanecieron imperturbables. También fue vitoreado en otros momentos. Por ejemplo, cuando dijo que durante la pandemia, el Estado manejo muy mal la situación: “Sin la intervención del Estado, los muertos habrían sido treinta mil” .Y agregó: “Treinta mil muertos de verdad”, en un guiño macabro al negacionismo.

O cuando dijo que remontar un retroceso “de cien años” (uno de los tantos números caprichosos que usó) no podía hacerse de un día para otro. O cuando aludió “apartheid” de políticos ricos contra la mayoría de pobres. O cuando habló de “degenerados fiscales” que atentan “contra la gente de bien”. O cuando consideró que el Inadi fue cerrado por ser “policía del pensamiento”.

Además, anunció el cierre de la agencia de noticias Télam. “Vamos a cerrar Télam, que ha sido utilizada durante las últimas décadas como agencia de propaganda kirchneristas”, afirmó con saña, como cuando mencionó el “paquete de leyes anticasta” que, adelantó, presentará próximamente. Llamó “jinetes del fracaso” a Sergio Massa, Pablo Moyano, Juan Grabois y Máximo Kirchner. Además, dijo que los gobiernos de Cristina Kirchner (a quien rara vez menciona) fueron, según su evaluación, “de los peores de la historia”.

Todo esto fue leído con rapidez y en algunos tramos Milei titubeó buscando con la mirada los aplausos en medio de un clima absolutamente tenso. El gobernador Axel Kicillof escuchaba con gesto adusto. Un diputado de Unión por la Patria -Mario Manrique, número dos del Smata- se puso de espaldas a Milei durante su discurso. El ultraderechista habló durante una hora y dijo que el suyo “no es el camino de la confrontación”.

“Aunque tampoco le escapamos. Porque si siguen el camino de la confrontación, se encontrarán con una animal distinto. No vivimos de la política pero tenemos sed de cambio”. También, sed de un mesianismo oscuro. “Si buscan conflicto, conflicto tendrán”, arengó antes de leer los diez puntos del nuevo pacto fiscal que propuso firmar el 25 de mayo en Córdoba con los gobernadores, con la condición de que antes se apruebe la “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”.

El presidente dijo en un tramo que “las comas y formalidades del discurso” no son tan importantes como la voluntad de transformación. De eso mismo dieron cuenta los puntos del pacto donde, por ejemplo, se leyó la palabra “rediscución” (sic).

Mientras tanto, en las afueras del Congreso las fuerzas de seguridad arrojaron gases lacrimógenos contra las personas de a pie que se juntaron en las puertas del recinto para manifestarse. En las zonas aledañas al lugar, también empezaron a sonar las cacerolas.

FUENTE: Página 12

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