“Pasan por la puerta para putearnos y llamarnos vagos por el simple hecho de estar manifestándonos de esta manera”. El que habla es Martín, tiene 17 años y es vicepresidente del Centro de Estudiantes de la Escuela Mariano Moreno. Se asoma desde una puerta de rejas cerrada con llave que sólo se abre para que entren o salgan estudiantes de la toma que empezó el lunes y que fue votada por el 95 por ciento de les estudiantes.
Por Norman Flores
Fotos: Andrés Masotto
Es miércoles y afuera hay un grupo de docentes que reparten folletos donde explican porqué apoyan la lucha estudiantil y donde se pueden leer frases como “Basta de subestimar el pensamiento y la lucha de las y los estudiantes”.
Las razones de las tomas son varias y hace tiempo que les estudiantes piden que las autoridades del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires les reciba. En julio de este año diferentes escuelas cortaron calles. “Lo que buscamos es que los chicos puedan estudiar en condiciones dignas, que no se caguen de frío en invierno, que estén en un edificio apto. No buscamos cortar las clases. Esta es la última medida. Hicimos sentadas, cortes, mandamos cartas al Ministerio”, explica Martín.
El día en que se detonó la furia y la indignación de les estudiantes secundaries de la Ciudad fue el viernes. Mientras realizaban una asamblea en la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas N° 2 “Mariano Acosta”, el Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta les cortó la luz. Por mayoría se decidió iniciar una toma. La ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, amenazó con denunciar en la Justicia a las familias de les estudiantes. El lunes el Gobierno notificó a ocho familias del Acosta por una denuncia penal en su contra.
Les estudiantes secundarios organizados en la Coordinadora de Estudiantes de Base respondieron enseguida al ataque oficial. Durante el sábado y los primeros días de la semana realizaron asambleas en diferentes escuelas públicas porteñas. Hasta hoy, y a pesar de que el Acosta ya levantó su toma, hay 12 escuelas tomadas y 10 donde se apoya la lucha estudiantil mediante el pernocte.
Las deficiencias en la infraestructura escolar es uno de los motivos que llevó a que les estudiantes tomaran esta medida. “En el Moreno a principios de año se cayó un ventilador en el aula del centro de estudiantes. Hace cuatro años se cayó una parte del techo del teatro y todavía no se ha arreglado. Tenemos un subsuelo que es un asco hace muchos años”, enumera Martín.
Además de los problemas edilicios, les estudiantes secundaries exigen una mayor cantidad y una mejor calidad de viandas. Para la Escuela de Cerámica N°1, donde hay 300 alumnes, el gobierno porteño envía 60 viandas. “Vienen en condiciones totalmente nefastas, no sabemos ni qué es lo que comemos; manzanas podridas y barritas de cereal vencidas o sin fecha de vencimiento”, denuncia Paola, presidenta del Centro de Estudiantes. Junto a ella está Eliana, la vicepresidenta. Ambas tienen 17 años.
Eliana habla de la lucha que llevó la comunidad educativa hace cuatro años para que el gobierno porteño no trasladara la escuela y de que hace 10 años están pidiendo la ampliación del edificio. Ambas hablan en la vereda de la escuela, donde conviven carteles que dicen “El CERA no se rinde” o “No somos propaganda política” con los bocinazos y el ruido de los autos que ni se detienen.
El tercer motivo por el que se están realizando las tomas es para denunciar las ACAP (Actividades de aproximación al mundo del trabajo y a los estudios superiores). Las pasantías obligatorias tomaron protagonismo en 2017 cuando la ministra Acuña avanzó con la implementación de “La secundaria del futuro”. El gobierno porteño comenzó con estas prácticas a principios de este año, a pesar de que en varias instancias judiciales se demostró que son ilegales. En la Ley 3.541, que creó el Sistema de Prácticas Educativas Preprofesionales y fue sancionada en 2010 por el propio gobierno del PRO, se estableció que sólo pueden ser voluntarias.
Las pasantías obligatorias se desarrollan en cualquier rubro laboral tanto de empresas privadas como estatales. Les estudiantes pueden hacer sus prácticas en la Policía de la Ciudad, en museos, en hoteles o contando árboles en plazas. Las mayores críticas por parte de les estudiantes son la falta de acompañamiento estatal y que muchas de estas prácticas laborales gratuitas no tienen nada que ver con el área de estudio donde se desenvuelven académicamente.
La Escuela Superior en Artes Visuales “Rogelio Yrurtia”, que funciona en un edificio de Parque Avellaneda que, a pesar de haber sido inaugurado cuatro años atrás, tiene varios problemas edilicios. Lucía, del Centro de Estudiantes, cuenta: “Tenés que ir por tus propios medios a lugares que no están acondicionados para que haya menores de edad. Tenés que ir a trabajar gratis junto con adultos en cosas que no tienen nada que ver con tu especialización. Hay escuelas donde como pasantía están haciendo viandas”.
Tanto desde la Escuela Mariano Acosta, como del Cerámica Nº1 y del Yrurtia, se muestran preocupades y señalan la gravedad de la respuesta punitivista que están teniendo Larreta y Acuña. La denuncia más grave realizada por parte de las comunidades educativas es que el gobierno porteño utilizó a la Policía de la Ciudad para ir a las casas de les familiares de les adolescentes que tomaron las escuelas para notificarles judicialmente. Estas visitas de la Policía en muchos casos se realizaron de noche. Les estudiantes denuncian que las autoridades porteñas utilizan diferentes mecanismos para conocer quiénes están en cada una de las escuelas tomadas. “Apenas se inició la toma, vino gente del Ministerio fingiendo que estaban en un Meet para grabarnos las caras y sacarnos fotos, se notaba que nos enfocaban en la cara”, cuenta Lucía, del Yrurtia. También denuncia que las preceptoras, por pedido del Ministerio de Educación, realizaron listas negras con les alumnes que estaban comenzando la toma. Eliana, del Cerámica Nº1, dice que se pasó el libro de actas de todes les estudiantes para que la Policía supiera a qué domicilio ir.
Incluso, la Policía de la Ciudad se hizo presente en varias de las escuelas. El miércoles, en el Yrurtia, les estudiantes sospecharon que había policías de civil luego de que los vieran hablando con diferentes patrulleros. Además, los supuestos policías de civil golpearon la puerta y los vidrios de la entrada del colegio: “Compañeres nuestres querían entrar y esta gente de civil se ponía atrás respirándoles en la nuca para, apenas les abriéramos, meterse”.
Mientras el gobierno de Rodriguez Larrreta y Acuña endurece su postura ante las tomas de las escuelas y en los medios se repite el discurso de que les estudiantes no quieren estudiar y no cuidan las instalaciones, Lucía, del Yrurtia, con 15 años responde: “Tienen muy mal vistas las tomas pero en realidad la toma es uno de los mayores actos de amor que podés hacer por tu colegio. Si estamos en toma es porque queremos estudiar, queremos condiciones dignas. Cuando termina la toma el colegio está más lindo, los pibes tienen muchísimo más aprendizaje, más experiencia”.
FUENTE: Cosecha Roja